Os dejamos la reflexión de una paciente de la Clínica sobre su experiencia con el ácido hialurónico y las vitaminas.

La piel, como todo en la vida, evoluciona. Hay épocas que la tenemos muy bien y otras en las que la prisa, los hábitos alimenticios, la polución ambiental, la temperatura o una deficiente hidratación hacen que un día te despiertes y al mirarte en el espejo te preguntes cómo es posible que tengas la cara acartonada y seca. Que eres tú, pero al mismo tiempo no lo eres. Tu cuerpo responde e incluso puede ser que hasta proliferen granitos que no tenías desde la pubertad. Todo esto se agrava en el caso de que seas fumadora, como es mi caso.



Por una vez decidí hacer las cosas bien y acudir a una Clínica de Medicina Estética de total confianza. Tras analizar la piel me recomendaron un tratamiento de choque: una hidratación intensiva con vitamina C e infiltraciones de vitaminas.

Yo ya había leído sobre este tratamiento en las revistas. La primera duda fue cierto temor al método de infiltración, pero pronto me di cuenta de que no. Son superficiales. De hecho, al salir de la Clínica nadie no nota. Ni tú tampoco.

El efecto se nota a las pocas horas. La piel luce más jugosa y resplandeciente. Las cremas que te pones a partir de ese momento actúan más y mejor. Además lo que yo hacía era cuadrar las sesiones con los días más cercanos a los fines de semana, para lucir mejor en las salidas nocturnas o eventos de relevancia. Se trata de un tratamiento de durabilidad determinada y efectos prolongados.



También soy una firme defensora del Ácido Hialurónico, desde que lo probé, claro. Yo quería evitar que el surco nasogeniano estuviera tan marcado. Me daba un rictos de tristeza al rostro. Así que me informé, porque mi temor era, como muchas otras mujeres, verme la cara distinta (siempre digo que la persona que más daño le ha hecho a la Medicina Estética es Donatella Versace).

Me lo explicaron bien, me dijeron qué producto iban a infiltrarme y en qué cantidad. Además, me detallaron que Ácido Hialurónico no sólo rellena las arrugas: también retrasa su aparición. Es un fantástico preventivo. No es lo mismo actuar en arrugas incipientes que hacerlo cuando la piel ya presenta unas arrugas demasiado marcadas.

Así que  fui y me lo hice. El único cuidado posterior fue no ponerme al sol y utilizar pantalla total fotoprotectora. A los pocos días el resultado se notaba (pero solo yo y mi familia: objetivo cumplido) y quedó de lo más natural, justo lo que yo quería.

Soy una firme defensora de estos tratamientos. Los recomiendo al cien por cien.